¿Qué si la vida es rara? Rarísima, pero no por eso menos linda.
Recuerdo mis años de profesional y los primeros después de graduada, siempre tuve la intención de irme a radicar por un tiempo a Monterrey. Esa ciudad me gustaba mucho por varias razones: muchos amigos allá, una ciudad grande, ser independiente, estar cerca de casa por si quería regresar un fin de semana a visitar, en fin, para mí era el lugar perfecto. Ese plan nunca se concretó, no encontré la oportunidad correcta para mí y no lo hice.
El domingo a las 7:00 a.m. me levantó mi mamá, como pude (después de la tremenda desvelada del sábado) me levanté y pronto me incorporé. Fuí al cuarto de Manuel mi hermano, estaba casi vacío, vi a mi hermano y lo abracé! Lo acompañamos a la puerta mi mamá, mi papá, Brandy y yo. Subió la última maleta a la bronco y luego abrazó a mi papi, le dio un besito a Brandy, nos abrazamos él y yo y por último mamá... ahí lloramos todos, después subió a la bronco y se fué. Comprendí que ese era el final de una etapa en mi familia que recorrimos todos juntos durante más de 18 años (esque esa edad tiene mi hermano menor) y el comienzo de algo nuevo.
Mi hermano se fue a vivir a Monterrey, donde le ofrecieron un muy buen trabajo. Manuel siempre dijo que era feliz en Chihuahua, que no comprendía porque a mi me gustaba tanto viajar y menos porque quería irme a vivir fuera.
Sin embargo, la vida, tan caprichosa como es, nos puso al revés. Yo sigo en Chihuahua donde las oportunidades se han dado para mi desarrollo y mi hermano en Monterrey, donde surgió lo que él buscaba, que loco no?
Será un poco difícil acostumbrarme a que no esté mi negrito merodeando por la ciudad, llegando a casa con sus amigos y hablando las cosas del rodeo, pero con todo mi corazón le deseo lo mejor del universo.
Por otro lado, quizás me vean seguido por Monterrey, visitando a mi hermano! =)